CORALES PARA IMPLANTES DE OJOS
(HAB-200)

Ni el oro, ni la cerámica, ni el vidrio son tan eficientes como el material marino para sustituir globos oculares dañados, aseguran a Tierramérica científicos cubanos. El procedimiento ya se practica, y es conocido por sus siglas como HAB-200.

Un material para la restauración ósea extraído de corales marinos de la plataforma que rodea a Cuba ha demostrado eficacia para la elaboración de implantes oculares sin ocasionar daños al ecosistema.

Registrado como hidroxiapatita porosa coralina HAP-200, el producto responde a los principales desafíos que se ha planteado la ciencia desde que en los siglos XIV y XV se empezaran a buscar fórmulas para solucionar traumatismos del globo ocular.

Esferas de metales preciosos, incluido el oro, cerámicas y vidrio fueron utilizadas como implantes para sustituir ojos dañados, pero ninguno había mostrado las potencialidades del coral para evitar el rechazo y garantizar la estética.

Cualquiera de los pacientes atendidos en Cuba en los últimos años puede probarlo. Uno de ellos, David Díaz, mira de frente a su interlocutor y también desvía la mirada con facilidad. No hay diferencia notable entre su ojo sano y el artificial.

"La vida es porosa y así es el coral", comentó a Tierramérica el químico Ramón González, miembro del equipo multidisciplinario creador de la coralina.

Las ventajas del coral se sintetizan en esa porosidad, que le permite interrelacionarse con el medio que lo rodea, y en su composición química muy similar a la del tejido óseo de los seres humanos.

"El coral marino es un pólipo con un esqueleto externo calcáreo. Esa estructura está elaborada por un organismo vivo y hecha para la vida, para vivir de manera muy permeable", dijo González.

De ese esqueleto externo es que especialistas del laboratorio de Biomateriales del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC), dirigido por González, obtienen la hidroxiapatita porosa coralina.

La esfera de coralina se implanta en la cavidad del ojo perdido y su porosidad permite que el tejido penetre en ella, creando una extensa red de vasos sanguíneos y garantizando así la movilidad del ojo artificial. De la eficacia de este implante, depende el éxito de la prótesis externa.

La prótesis se elabora de acuerdo con las necesidades de cada paciente en el Centro de Restauración de la Cara y Prótesis Buco Maxilofacial de Cuba.

"Es un trabajo personalizado. No todas las personas tienen el ojo del mismo tamaño, ni del mismo color, ni morfología, con los ojos también se habla", comentó González.

Los análisis realizados en 43 pacientes en Cuba han comprobado que la tolerancia al implante fue buena en 95 por ciento de los casos. Se demostró "una elevada biocompatibilidad, ausencia de reacciones adversas y excelentes resultados estéticos", según los estudios.

Productos similares a partir del coral sólo se elaboran en Estados Unidos y Francia.

Desde el registro de la coralina cubana en 1992, los implantes han favorecido a unos tres mil 500 pacientes necesitados de cirugía maxilofacial, dos mil de ortopedia y traumatología y 800 con lesiones del globo ocular.

El jefe del Laboratorio de Biomateriales del CNIC considera una "oportunidad privilegiada" que Cuba cuente con un banco de coral de excelente pureza. Los arrecifes coralinos cubren más de 98 por ciento de los casi cuatro mil kilómetros del borde de la plataforma marina cubana.

El Atlas Mundial de Arrecifes de Coral, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA, situó a Cuba en el número 21 de los 80 países con mayores reservas de coral.

Sin embargo, más de sesenta por ciento de los arrecifes coralinos del Caribe corren peligro por la sedimentación, la contaminación y la pesca excesiva, añade el estudio.

González aseguró que para la elaboración de la hidroxiapatita porosa coralina HAP-200 se usan corales de la familia porites, de rápida autorregeneración, y se extraen aquellos que quedan sueltos en el arrecife tras romperse por efecto del oleaje y los vientos.

La recolección sólo puede ser realizada por personal especializado del Instituto de Oceanología, y según normas de sustentabilidad.


Volver atrás