En cuanto a un posible tratamiento de la Retinosis Pigmentaria han existido históricamente divergencias entre las posibles alternativas, desde aquellos que niegan todo tipo de terapéutica, los que consideran la utilidad de determinado tipo de medicamento ó proceder como los Dres. Filatov y Berson entre otros, los que preconizan la terapéutica quirúrgica tanto a nivel clínico como experimental, entre las que se mencionan: la extirpación del ganglio estelar, la hipofisectomía, la implantación de fibras musculares, la inclusión de tejido placentario y aloplantes, la descompresión del nervio óptico y el trasplante de las células del epitelio pigmentario entre otras , hasta los que solo recomiendan el uso de los cristales protectores de las radiaciones solares nocivas , y por último el uso de la terapia génica .
El daño génico conduce a cambios diversos en diferentes estructuras y procesos visuales, cuyas interrelaciones no han sido totalmente definidas en el presente, incluso de cómo estos cambios llegan a producir las alteraciones de los fotorreceptores que llevan a su degeneración y muerte.
Desde hace tiempo llamaron la atención los cambios vasculares que se encuentran en la RP, los que se correlacionan con el grado de afectación funcional en la enfermedad. Entre estos cambios se destacan el estrechamiento de la luz de las arteriolas retinales por hiperplasia de la íntima y el daño de los vasos coroideos . Otros científicos, entre ellos Wagenmann, han encontrado que la ligadura de las arterias ciliares cortas posteriores causa un cuadro clínico similar al de la Retinosis Pigmentaria . Weistein y cols. plantearon que anomalías vasculares coroideas o retinales estarían presentes como substrato en la RP.
Hemos coincidido con estos autores al demostrar que existen alteraciones de la hemodinámica ocular expresadas en tiempos prolongados en la circulación brazo retina que se correlacionan con el estadio clínico de la enfermedad, así como alteraciones en los valores de velocidad circulatoria media de la arteria oftálmica medida por Doppler ultrasónico.
Con investigaciones más recientes del funcionamiento del sistema circulatorio ocular en sujetos sanos y en enfermos con RP, se ha llegado a conocer que estas alteraciones no constituyen la causa del trastorno, sino que desempeñan un papel secundario en estos, consecuencia, mediante diversos mecanismos, de las profundas alteraciones retinianas producidas por el proceso distrófico . De lo anterior se infiere que aunque los trastornos circulatorios no constituyen la causa primaria, pueden jugar un papel importante en el empeoramiento de los cambios iniciados por las alteraciones determinadas genéticamente, entorpeciendo el desempeño de células, que aunque portadoras de los trastornos ocasionados por los cambios en el mensaje genético, sean aún en diversa medida funcionales.
Existen amplias referencias en la bibliografía, entre las que se destacan los trabajos realizados por el Profesor Goldsmith y colaboradores, con relación al uso del omentum humano y otros tejidos en cirugías rehabilitadoras . Con respecto al omentum se destacan sus propiedades de formación de neovasos por mecanismos esclarecidos en gran medida. Se conocen además sus propiedades como estimulador directo o indirecto de la actividad nerviosa superior, a través de sustancias (factores de crecimiento), que promueven el desarrollo de conexiones dendríticas y axonales con la recuperación de funciones de tejidos neurales sometidos de forma aguda o crónica a la isquemia . Los antecedentes reportan su uso mediante implantes pedículados a gran distancia en SNC e incluso coroides.
Estas investigaciones también se basan en propiedades del SNC en estudio en la actualidad. Tal es el caso de la Teoría de la Neuroplasticidad según la cual zonas de células no funcionales por daños de diversa naturaleza pueden, en determinado momento, si se propician las condiciones para su funcionamiento, restablecer al menos parcialmente sus funciones, así como suplir en cierta medida las funciones de grupos celulares irreversiblemente dañados .
Se consideró que una terapeútica dirigida a mejorar el flujo sanguíneo en los tejidos oculares debía contribuír a mejorar el metabolismo a nivel de coroides, del epitelio pigmentario y de los fotorreceptores, no descartando la posible influencia de otros factores.
La posibilidad de formación de anastomosis de vasos normales con la circulación coriocapilar y la conexión de esta última con el circuito de la arteria central de la retina a través de conocidas anastomosis , nos motivó el estudio de un tejido similar al omentum que potencialmente lograría dicho objetivo . Resultó que queda más al alcance del cirujano ocular el tejido graso orbitario, su estructura fibrosa envolvente y tractos por lo que se estudiaron las posibles semejanzas entre ambos. De ello resultó que existían similitudes estructurales entre ellos dadas por presentar semejante patrón vascular en el tejido adiposo, aunque no existen células mesoteliales .
Se realizaron estudios en animales de experimentación en los que, por su accesibilidad a la observación se colocó tejido periorbitario autólogo en cámara anterior, tejido subconjuntival y córnea, usándose como control el ojo adelfo. Los implantes mantuvieron su vascularidad inicial y existió un aumento de la misma, lo que guardaba relación directa con el tiempo transcurrido después de la intervención También se implantó el tejido graso periorbitario intraescleralmente en un grupo de 10 perros Beagles, los que por las características histomorfológicas de la retina y de la coroides, facilitaban la valoración de los resultados. Se controlaron preoperatoriamente las respuestas del ERG y el estado del fondo de ojo. Se hicieron las evaluaciones diarias por una semana y luego con una periodicidad semanal por un año . Se
hicieron sacrificios cada 3 meses para el análisis histomorfológico mediante microscopía de luz y electrónica, auxiliados de sistema computarizado de procesamiento de imágenes MADID .
De dicho estudio resultó que no existieron cambios en los patrones electrorretinográficos ni en el fondo de ojo. En la coroides se observó un aumento significativo en el grosor de esta cuando se comparó con los ojos controles con proliferación de una amplia red capilar con abundantes pericitos, sin cambios endoteliales de interés. En la retina no se observaron cambios .
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